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Qué hay de nuevo, viejo
Patton

Patton es Dios

El cantante de Faith No More se presentó en el teatro Gran Rex con Mondo Cane, el proyecto con el que le rinde homenaje a la música italiana de los años '50 y '60. Un viaje al pasado rebosante de vanguardia. Por Nico Kischner.
Mike Patton
Mike Patton

Mike Patton es Dios. Aclarado de entrada para que todos aquellos que piensen lo contrario directamente no pierdan tiempo leyendo esta reseña. Para los que todavía tienen alguna duda sobre su divinidad artística, imagino que las palabras a continuación volcarán la balanza hacia el lado de las alabanzas, cacofonía buscada mediante. Y para los que coinciden con la apreciación inicial, sólo espero que este largo texto en tiempos de lectura efímera los haga sentir aunque sea un cuarto de lo felices que fuimos durante la noche del jueves 6 de septiembre de 2018 quienes estuvimos en el Gran Rex viendo el recital de Mondo Cane, el proyecto con el que el cantante de Faith No More, Mr. Bungle, Tomahawk, Fantômas, Dead Cross, Nevermen y Peeping Tom, entre otras agrupaciones efímeras o más duraderas que lo tuvieron como protagonista, le rinde homenaje a la música italiana de los años 50 y 60. 

El show, que fue parte de una breve gira que incluyó tres recitales posteriores en Chile, contó con la participación de cerca de 20 músicos en escena comandados por el director de orquesta, arreglista y productor argentino Cheche Alara, quien vive en Estados Unidos desde 1992 y tiene un larga trayectoria tocando alrededor del mundo. En total, Patton y compañía interpretaron 23 canciones, ya que a las 11 que forman parte del disco en vivo editado en 2010 por Mondo Cane, les sumaron otras 11 canzonetas y, la gran sorpresa de la noche, el cover de Vuelvo al sur, tema de Astor Piazzolla y Pino Solanas. Un regalo para un público argentino que le festejó cada una de las intervenciones y que hasta invirtió los roles y logró divertirlo a él cuando desde las primeras filas lo imitaron gritando sur a pura rrrrr y a Mike no le quedó otra que reírse con la ocurrencia. 

¿Se puede volver tan atrás en el tiempo y a la vez ser vanguardista en un ambiente musical que parece anclado en repetirse una y otra vez con grandes bandas de rock que superan las tres, cuatro o cinco décadas de trayectoria haciendo más o menos lo mismo desde sus inicios (lo que no está mal, claro está) y grupos nuevos que no logran despegar entre tanto machaque masivo de reggaetón y trap (lo último sí es una verdadera pena)? Sí, y Patton lo hizo, una vez más por cierto. Sólo él pudo llenar el histórico teatro del centro porteño con gente que antes de oír hablar de Mondo Cane posiblemente apenas conocía al genial Ennio Morricone gracias a que The Ectasy of gold suele dar inicio a los shows de Metallica, pero seguro nunca había escuchado nada de Luigi Tenco, Fred Bongusto, Gino Paoli o Enzo Bonagura, por nombrar sólo a algunos de los compositores homenajeados. 

Es en ese reinventarse permanentemente y abrir el juego a nuevas experiencias donde está el gran acierto del bueno de Mike. No es fácil llegar a su música con tantos cambios. Hay muchos que huyen despavoridos cuando lo escuchan gritando guturalmente, jugando con el megáfono o haciendo experimentos sonoros en alguno de los múltiples proyectos nombrados en el primer párrafo. Otros, en tanto, apenas conocen sus canciones más populares y hasta creen que fue él quien compuso Easy, el hit de The Commodores con el que Faith No More se hizo masivo en las radios y señales de televisión pop de todo el mundo. No es así, muchachos y muchachas. Hay mucho por descubrir en un artista que nunca se quedó quieto a lo largo de más de 30 años de carrera y que teniendo la enorme chance hacer la fácil (repetir el modelo Easy hasta el hartazgo), eligió estar siempre en movimiento y, en cierta forma, llevar a su público a un universo musical mucho más amplio.

Mike Patton
Mike Patton

Para el final queda una pequeña infidencia: tuve la suerte de conocerlo post show de Faith No More en el Luna Park. Tras unas cervezas compartidas que tuvo la gentileza de traerme desde su camarín, le conté mi pensamiento sobre su obra y la equiparé con el modo que impusieron The Beatles al pasar de canciones sencillas de escuchar como "Love me do" o "Help" a gemas complejas de digerir para la época como "Tomorrow never knows" o "I am the walrus" y cómo su público decidió acompañarlos en ese crecimiento conjunto. En aquel 2015, él se sintió halagado por el concepto, pero imagino que por modestia eligió no hacerse cargo. Después de ver el recital de Mondo Cane, esa comparación está más viva que nunca porque el espectáculo tuvo un poco de todos los Mike y aunque las canciones que tocaron eran muy diferentes entre sí, todas sonaron mágicamente a Patton. Como dijo hace poco Flavio Cianciarulo, otro artista inquieto como pocos, en una entrevista: "Una de mis grandes influencias en la manera de hacer las cosas es Mike Patton. El tipo hace lo que quiere". Y acá agregamos nosotros. No sólo hace lo que quiere; lo hace bien. 

Glamour boys

Living Colour
Ante un Groove lleno de gente, Living Colour dio su 20° recital en Argentina en lo que fue la séptima visita de la banda neoyorquina al país. Clásicos y modernos y con sello propio. Por Nico Kischner.
Living Colour
Living Colour

La música es como un hechizo que provoca, en ciertas personas, que las décadas no transcurran. No estamos hablando de que con eso se eviten las canas, la ausencia de cabello o la aparición fortuita de algún que otro exceso de equipaje generado a base de largas jornadas ejercitando el uso del cuchillo y el tenedor. El deterioro físico, sepan muchachas y muchachos, tarde o temprano nos llega a todos (o casi todos). Pero está científicamente comprobado, o debería estarlo, que las bandas que marcaron nuestra adolescencia tienen la virtud de llevarnos de paseo nuevamente hasta esos buenos viejos tiempos cada vez que escuchamos sus canciones. Si esa experiencia ocurre en vivo y los artistas en cuestión suenan tan potentes y melódicos como antaño, la batalla de la felicidad instantánea está ganada. El paso de Living Colour ante un Groove lleno juntó a miles de treintañeros y cuarentones que seguramente volvieron a sus hogares más contentos de lo que habían salido veinte temas antes. El 20° show de la banda en el país, como nos había adelantado Corey Glover en la entrevista realizada hace algunas semanas en La Idea Fija, mostró al grupo con muchas ganas de rockear ante un público con el que se sienten cómodos después de siete visitas en los últimos 25 años.

Gentileza Diego Melamed

Gentileza Rocktambulos

A tres décadas de la aparición de Vivid, disco debut del grupo, el show tuvo mayoría de temas de esa placa: Middle man, Funny vibe, Desperate people, Open letter (to a landlord), Glamour boys y Cult of personality. Pero, como siempre fue un sello de Living Colour, también hubo espacio para los covers, de hecho arrancaron el recital con Preachin´blues de Robert Johnson, lo cerraron con Rock n´roll de Led Zeppelin y en el medio tocaron enteros Memories can´t wait de Talking Heads y Who shot ya! de Notorius BIG e incluyeron pequeños segmentos de Police and thieves, Hound dog y Get Up (I Feel Like Being a) Sex Machine. Dentro de los temas propios, hicieron clásicos como Elvis is dead, Love rears it´s ugly head, Ignorance is bliss o Wall; y Come on y Freedon of  Expression, dos canciones de Shade, el trabajo editado en 2017. 

Muy comunicativos con el público y con un espectáculo pensado para que los cuatro músicos puedan lucirse en grupo o con sus propios segmentos, Glover (voz), Vernon Reid (guitarra), Doug Wimbish (bajo) y Will Calhoun (batería) están en un momento de sus carreras en el que se nota que disfrutan arriba de un escenario. 

Living Colour
Living Colour

El cierra de esta crónica incluirá una mínima referencia a algo que seguramente ustedes se habrán preguntado al ver las fotos posando de Living Colour en la portada de la radio o la imagen que aparece aquí arriba en la que Glover y Calhoun están sonriendo junto a dos muchachos con poca apariencia de músicos. Esos dos señores, quien escribe la nota y Heral Giménez, habían entrevistado al cantante unas semanas antes del show y gracias a la gentil tarea del amigo Diego Perri, después del recital pudieron cumplir con la promesa de llevarle un vino al vocalista. ¡A tu salud Corey y hasta la próxima, asado mediante claro está! 

Always where I need to be

The Kooks presentó su Best of Tour en el estadio Luna Park. Fue la quinta vez que la banda británica tocó en nuestro país. Por Agustina Kischner.
The Kooks
The Kooks - Westside en el Luna Park 10-5-18

The Kooks - Westside en el Luna Park 10-5-18

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En medio de una semana pasada por agua, en La Idea Fija Radio dejamos por un rato la comodidad del estudio propio para salir a presenciar un show en el otro lado de la ciudad. De paso, ya que estábamos, aprovechamos la volada para inaugurar nuestras historias y vivos en Instagram. Sí amigos, no sólo nos volvimos más modernos en las redes sociales, sino que también ampliamos nuestros gustos musicales al abrir nuestros oídos a The Kooks, grupo que nació en 2004. De aquí en adelante, una breve crónica de lo que ocurrió durante la noche del jueves 11 de mayo de 2018 en el mítico estadio Luna Park. Con ustedes, The Kooks...
La lluvia no impidió que los fanáticos fueran al quinto show de la banda británica en Argentina. Best of tour incluyó clásicos como "Oh la la" y "Westside", pero también fue la primera vez aquí para dos temas nuevos del álbum que saldrá en unas semanas. Luke Pritchard, guitarra y voz, le dedicó "Shine on" al lado izquierdo del escenario y la gente de ese sector le respondió prendiendo las luces de sus celulares, todo muy millennial. En tanto, el resto del público tuvo su oportunidad de alumbrar el lugar durante otras canciones incluso más emotivas, como por ejemplo "See me now", el tributo al padre del vocalista que Pritchard tocó solo en el escenario con la compañía de un teclado. Celebrando poco más de una década, el grupo comenzó el recital volviendo a sus inicios, al inaugurar el show con el primer single que salió en 2005: "Eddie's gun". Los cuatro originarios de Brighton entretuvieron a su público durante una hora y media en la que la nostalgia fue el tema recurrente.

Dentro de los momentos memorables aparece la vuelta en escena para los bises que incluyó "Seaside", uno de los temas favoritos de los fanáticos, y "Naive". 
En resumen: en medio de tanta lluvia, The Kooks le puso un poco de sol a Buenos Aires ya que su show se volvió el escape más que necesitado de la rutina semanal.

How I met your music

Radnor
Josh Radnor, quien personificaba a Ted en la serie How I met your mother, pasó por Buenos Aires para mostrar su otra faceta artística: además de actor es cantante y guitarrista en el dúo Radnor & Lee. Por Agustina Kischner.

Uno, Josh Radnor, es conocido mundialmente por haber interpretado a Ted Mosby en la serie  “How I met your mother”. El otro, Ben Lee, es un músico de rock alternativo australiano que arrancó su carrera en la banda Noise Addict cuando era un adolescente de solo 14 años. Amigos desde hace más de una década, en 2016 se juntaron para darle forma al dúo Radnor & Lee, proyecto musical que los trajo por primera vez a Buenos Aires este martes 23 de enero con un sólido espectáculo de música folk. Equipados apenas con un par de guitarras electroacústicas, Josh y Ben se ganaron rápidamente a un público entre veinteañero y treintañero que casi completó la capacidad de The Roxy Live con armonías vocales que remitían a históricos como Simon & Garfunkel o a grupos más recientes como Kings of Leon o The Magic Numbers

Radnor & Lee bautizaron su primer álbum, editado a fines de 2017, con el nombre del dúo que se inició casi de casualidad cuando tras un rato de improvisación conjunta se sentaron a escribir “Wider Spaces”, canción con la que además iniciaron su presentación porteña. Pese a casi no hablar en castellano, tanto Josh como Ben se mostraron muy comunicativos ante una audiencia que festejó efusivamente cada ocurrencia, especialmente cuando el actor se puso a bailar de forma graciosa mientras su compañero hacía las voces femeninas en "Still though we should dance", tema que en el disco canta la actriz Samantha Shelton. Entre tema y tema, además, contaron que después de una serie de shows en Brasil (abucheo total cuando nombraron a los vecinos), su primera gira se cerraría en Buenos Aires y luego agradecieron a los fans por propiciar esta visita a Argentina a través de múltiples mensajes en las redes. 

Radnor & Lee
Radnor & Lee

Durante un show que duró poco más de una hora e intercaló letras optimistas como "Doorstep" o "Be like the being" con otras más reflexivas, el dúo no sólo tocó canciones de su álbum debut, sino que también incluyó temas nuevos como "The resignation song” y “Weight”, cuya lírica mezcla experiencias personales del actor y un poema que lleva el mismo título. El segundo momento "La argentinidad al palo" del recital ocurrió cuando Radnor se quedó sólo en el escenario e hizo referencia a sus músicos locales preferidos, nombrando a Sui Generis y a Mercedes Sosa y cantando un poco de "Gracias a la vida", el clásico de Violeta Parra que solía hacer La Negra (ver De Sui Generis...). Un rato más tarde fue Lee quien sonrió e hizo sonreír al resto con un gesto cómplice al nombrar a Sumo en el medio de un tema propio en el que hacía referencia a distintas bandas del mundo que le gustaban. 

Radnor & Lee
Radnor & Lee

Muy relajado, Josh contó que aprendió a tocar la guitarra después de haber formado el dúo y hasta bromeó y llamó a “festejar los errores” después de alguna pequeña pifia con su viola. El cierre fue todavía más intimista, ya que los músicos dejaron los micrófonos de lado y se acercaron a la gente para cantar todos juntos "It´s  yours once you give it away”. Miradas cómplices entre los dos amigos mediante, al final dieron un paso más y tanto Josh como Ben decidieron sentarse sobre el borde del escenario para estar todavía más cerca del público. Es para Barney que lo mira por tevé...

De Sui Generis a Mercedes Sosa

Muy relajado, Josh contó que aprendió a tocar la guitarra después de haber formado el dúo y hasta bromeó y llamó a “festejar los errores” después de alguna pequeña pifia con su viola. El cierre fue todavía más intimista, ya que los músicos dejaron los micrófonos de lado y se acercaron a la gente para cantar todos juntos "It´s  yours once you give it away”. Miradas cómplices entre los dos amigos mediante, al final dieron un paso más y tanto Josh como Ben decidieron sentarse sobre el borde del escenario para estar todavía más cerca del público. Es para Barney que lo mira por tevé...

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Yo estuve ahí, varias veces

Una cobertura muy personal del show de Guns N' Roses en River. Por Nico Kischner

Diciembre recién arrancaba en un 1992 que estaba cerca de decir adiós. Todo era distinto por estos pagos. Palabras como selfie, app o chat no estaban en nuestro vocabulario cotidiano y para llegar a un encuentro con un amigo en alguna esquina, por ejemplo, no era necesario chequear todo unos segundos antes con el celular. Se arreglaba previamente por teléfono de línea y a la hora indicada, generalmente varios minutos después en realidad, uno y otro aparecían en escena y listo. Ni mejor, ni peor, diferente. Con Guns N' Roses pasa algo similar. Ellos también cambiaron desde aquella primera visita en cancha de River hasta estos dos shows que tuvieron lugar el último fin de semana en el mismo lugar, casi 23 años años después. Por eso, tratar de comparar un concierto con el otro es tan pretencioso como equivocado.
Axl Rose no es el mismo. Y no porque ahora alguno crea que se llama Axel, como lo bautizaron por estos días en varias notas previas y post recitales. El tiempo pasó para él igual que para nosotros y está más gordo (como casi todos nosotros), luce el pelo algo más corto (muchos ya ni siquiera tenemos) y, por obra y gracia de la medicina y la odontología, tiene la piel de un quinceañero y unos dientes frontales tan, pero tan blancos que bien podrían contratarlo para una publicidad televisiva. Pero así como es cierto que corre menos y ya ni casi que ni habla entre canciones, acaso para contener el aire, sí mantiene la manía de cambiar su vestuario de un tema al otro y aún conserva una amplitud vocal que le permite ir del registro más agudo al más grave en el mismo concierto sin morir en el intento (o casi). A Slash, quizás porque entre los rulos, los lentes de sol y la galera apenas se les ven las facciones, y a Duff McKagan se les notan menos las imperfecciones artísticas porque no dependen de su voz y parece haberlos tratado mejor el paso de las décadas a nivel imagen, aunque ambos estuvieron muy cerca de irse al otro lado hace algunos años. Dizzy Reed, en tanto, suele estar escondido detrás de su teclado y los otros músicos serán siempre nuevos (aunque lleven una década) en el grupo. 

Yo estuve ahí. Varias veces. En el primer River y en la vuelta que incluyó el set acústico de 1993. Fui a ver las visitas posteriores de Gilby Clarke, Slash y Duff en plan solista o con sus bandas del momento a lo largo de más de dos décadas y presencié los shows de los Guns de Axl en Vélez y La Plata. Sólo una cuestión laboral no me permitió ir a Ferro, en la gira que Duff volvió momentáneamente al grupo y fue la antesala de este reencuentro. También me di el lujo de poder entrevistar a McKagan y a Clarke, en 2009 y 2010 respectivamente, y hasta le regalé mi remera de Independiente al guitarrista unas horas antes de que mi club se consagrara campeón de la Sudamericana. Con lo expuesto, calculo que está claro que los Guns fueron mi punto de entrada a la música y una banda sonora que arrancó en mi adolescencia y continúa hasta este momento que algunos podrán llamar adultez. Hacer esta referencia es fundamental para analizar la crónica a continuación. Aunque, siendo justos, es más que nada un relato subjetivo de cómo viví la jornada del 4/11. 
Cuando fui por primera vez a un recital de los Guns tenía 17 años. El viernes entré de la mano de mi hija, que tiene la misma edad que yo en mi debut gunner. Ella no es fanática de la banda, pero a lo largo de su vida escuchó tantas veces las canciones que todo lo que fue sonando en River le parecía familiar. Verla saltar a la par mía o incluso más, cantar a los gritos algún que otro estribillo y que me mirara con ese brillo en los ojos que sólo produce la felicidad pagó la entrada y hasta gran parte de este fatídico 2016 de pérdidas en lo personal. Soy de los que considera que música es sinónimo de vida. Vivo escuchando música. Por eso, creo que analizar un desempeño artístico desde la fría vara del error o la virtud a la hora de interpretar es dejar de lado el sentimiento que hace a cada una de las canciones y el momento al que te llevan. El show de los Guns, para mí y para muchos, fue una viaje en el tiempo. Pero no por el cliché de que todo lo pasado fue mejor. Sino como un catalizador de recuerdos que, en lugar de añorarse, se disfrutan en el espacio que ocupan. 

Ahora sí. La música en palabras. Viernes 4 de noviembre, 21:46. Arranque de dos horas cuarenta de un show furioso de puro rock. Veinticinco temas, es decir, dos más que en el resto de la gira latinoamericana y a la par de los recitales más largos del tramo norteamericano del Not in This Lifetime Tour. El comienzo con It's So Easy y Mr. Brownstone no permite a nadie quedarse quieto. Con Chinese Democracy baja un poco el ritmo general porque no todos saben de qué va el tema que da nombre al ya lejano disco de la banda sin sus músicos originales, pero todo vuelve a la normalidad con Welcome to the Jungle, serpenteo a lo Axl para varios en pleno campo incluido, y con el Double Talkin' Jive de Izzy Stradlin que permite lucirse a Slash. Luego Better, que a veces es tocada a mitad de los conciertos, seguida por una Estranged que por momentos muestra un poco a destiempo a la batería de Frank Ferrer, Live and Let Die, una versión de Rocket Queen con solos cruzados entre Slash y Richard Fortus que generaría la envidia del pobre Gilby (siempre forzado a quedarse en su rol rítmico) y You Could Be Mine. 
La presentación de Duff son las primeras y casi únicas palabras que Axl pronuncia por fuera de su música. El bajista entonces toma el micrófono y lo que en 1992 fue el momento aburrido porque nadie conocía el tema, el viernes se convierte en un clásico aplaudido como Attitude. Antes, nobleza obliga, el rubio canturrea el inicio de You Cant´Put Your Arms Round a Memory, la canción de Johnny Tunders que también forma parte de Spaghetti Incident!, el disco de covers que hasta nuevo aviso es el último trabajo discográfico de la formación casi original de los Guns.  Y siguen This I Love, una balada hecho por y para Axl, la larguísima y festejada Coma, nunca antes tocada en Argentina, Speak Softly Love (más conocido como el tema de El Padrino), Sweet Child' O Mine y la primera rareza del show: la inclusión de Used to love her, no tocada el sábado y apenas hecha cuatro veces en los 37 recitales de la gira. 

Como un boxeador acostumbrado a dar un segundo golpe todavía más fuerte que el primero, otro momento especial ocurre segundos después. Para sorpresa de algunos y confirmación de otros, aparece en escena Steven Adler para ocupar la batería como en los tiempos de Appetite for Destruction y tocar Out Ta Get Me. Luego, todo se calma un poco con la versión instrumental guiada por Slash y Fortus de Wish You Were Here, pero rápidamente vuelve a subir la temperatura con November Rain y Knockin' On Heaven's Door, dos de los temas más coreados. La previa a los bises es con otro déjà vu: Axl frena el show durante Nightrain, esta vez no para quejarse porque le tiraban cosas como en el 92, sino para pedirle a la gente del campo vip que se corriera un poco para atrás. Don´t Cry, que suele ser intercalada en la gira con Patience, The Seeker y Paradise City con sus fuegos artificiales y papelitos marcan el final del primero de los dos recitales en River. Aunque el viaje musical seguirá un largo rato más. Para algunos con una pizza y una cerveza en Cabildo. Para otros, como en mi caso, en la posibilidad de ir a un lugar feliz cada vez que pongo un tema de los Guns. Ya lo dije. Soy de los que considera que música es sinónimo de vida. Por eso, vivo escuchando música. 

El día que Capusotto cantó con Los Beatles

Durante un programa de La Idea Fija, versionó a su manera clásicos de Lennon y McCartney. Por Nico Kischner

Es, seguramente, la banda que más covers ha generado a lo largo de la historia. Músicos de distintos géneros han tomado como propias las composiciones de Los Beatles y, con mayor o menor suerte, dejaron para la posteridad su interpretación de alguna canción de la banda de Liverpool. Sólo basta con buscar en Google y el resultado será una lista interminable de versiones que arranca alfabéticamente por Aerosmith y pasa por Pedro Aznar, The Beach Boys, Bee Gees, Björk, Bon Jovi, David Bowie, Andrés Calamaro, Johnny Cash, Joe Cocker, Alice Cooper, Phil Collins, Deep Purple, Divididos, Plácido Domingo, Bob Dylan, Los Fabulosos Cadillacs, José Feliciano, Aretha Franklin, Peter Gabriel, Charly García, Jimi Hendrix, Michael Jackson, Elton John, Rita Lee, Lito Nebbia, Oasis, Ozzy Osbourne, Pearl Jam, Elvis Presley, The Rolling Stones, Axl Rose, Sandro, Frank Sinatra, Sting, Stone Temple Pilots, U2, Roger Waters, Stevie Wonder y Yes, por nombrar a 40 de más de 100 artistas de todo el mundo.

Ahora bien, en esa búsqueda virtual también surgen algunos colados que no fueron nombrados antes porque no son cantantes de tiempo completo, sino actores que un buen día se dieron el gustito de tomar el micrófono como Jim Carrey, Sean Connery o el fallecido Robin Williams. Pero lo que no aparece mucho en la web, al menos hasta ahora, es que uno de los cómicos más importantes de la Argentina también fue beatle por un buen rato, nueve canciones para ser más exactos. La historia dirá que corría abril de 2008 y que Diego Capusotto sumaba fans a medida que avanzaba una nueva temporada de Peter Capusotto y sus videos gracias a personajes como Bombita Rodríguez, Pomelo, Quiste Sebáceo, Micky Vainilla o Nicolino Roche, por ejemplo.

Un viernes a la noche, el actor aceptó la invitación de La Idea Fija y llegó, un poco tarde por cierto, a los estudios de la desaparecida Fm La Isla, ubicados en Salguero y avenida Libertador, en el coqueto barrio de Palermo. La entrevista fue por todos los costados imaginables: desde la explicación oficial a la incógnita sobre si los ravioles deben tirarse juntos o separados hasta un relato estremecedor en el que Diego rememoró aquellos tiempos en los que trabajaba en una fábrica de corpiños. Vino y empanadas compartidos mediante, también apareció la voz de Pedro Saborido, la otra mitad del programa, para tratar de engañar a su amigo al aire, intento que sucumbió cuando la charla quedó estancada en un “hola” eterno de parte del supuesto oyente que se había comunicado por telefóno con la radio.

Pero lo mejor quedó para el final, cuando la producción del programa sí pudo sorprendender a Capusotto, a diferencia del intento fallido con Saborido, con la presencia de The Shouts, la banda argentina que llegó a tocar en la International Beatle Week de Liverpool. Y lo que empezó con un humilde Diego presentando al grupo para que haga Tomorrow never knows, mutó rápidamente en el humorista tomando el rol de vocalista, con el “inglés de mierda” de su personaje Roberto Kennedy, para una seguidilla de versiones que incluyeron (por primera y única vez) personajes, lugares y marcas como Laferrere, Chesterfield, Newell´s, Roberto Carlos, Miramar, Burt Reynolds, Pekín o Cramer en el medio de las letras originales compuestas por John Lennon y Paul McCartney en los años sesenta.

Con los músicos de The Shouts tratando estoicamente de seguir sin tentarse y Diego demostrando que detrás del humorista hay un gran cantante, pasaron Hey Jude, Yesterday, Lady Madonna, Strawberry fields forever y varios temas más. Un gran momento que merece ser recordado. El día que Capusotto cantó con Los Beatles, o casi. 

Texto modificado de la versión escrita originalmente por Nico Kischner que salió publicada en la web de MUY, el 7 de diciembre de 2015 (http://muy.clarin.com/actualidad/diego-capusotto-los-beatles-cover-6838.html).

El secreto mejor guardado de Axl, hasta ahora

Tras una larga batalla legal, difundieron cinco temas de Rapidfire, la banda con la que debutó Rose. Por Nico Kischner
 
Rapidfire
Rapidfire

Axl Rose todavía se hacía llamar Bill Bailey, que tampoco era su nombre original, y no tenía ninguno de sus característicos tatuajes. Con sus 21 añitos a cuestas, la dura Los Angeles era una verdadera jungla para el muchachito criado en Lafayette, Indiana. Corría mayo de 1983 y apenas faltaban unos días para la formación de Hollywood Rose, la banda que inició con su amigo de la infancia Izzy Stradlin y que dos años después terminó convirtiéndose en Guns N´ Roses con la llegada de Slash, Steven Adler y Duff McKagan. En la puerta del mítico bar Troubadour de West Hollywood, Axl se cruzó con Kevin Lawrence, guitarrista y fundador de un grupo que por esos días estaba dando sus primeros pasos llamado Rapidfire

En esa charla informal con cigarrillos compartidos se podría decir que comenzó la carrera profesional de uno de los cantantes más importantes de la historia del rock. Lo que muchos no sabían hasta hace un tiempo, en gran parte porque Axl siempre buscó ocultar su efímero paso por el grupo de Lawrence, es que quedó registrado un demo de cinco canciones compuestas por el guitarrista que, tras largas batallas legales, finalmente vieron la luz y ya se pueden escuchar gratis en Youtube o comprar en Amazon, iTunes y en otras plataformas virtuales.

El disco se llama Ready to rumble y desde el inicio da señales de un sonido más cercano al heavy metal de cabalgata de guitarra, bajo y batería que por aquellos años era furor gracias a bandas como Judas Priest o Iron Maiden, por ejemplo. Sin embargo, a lo largo del EP hay varios indicios del sello que Axl luego impondría en los Guns. Completan la formación de Rapidfire Mike Hamernik en bajo y Chuck Gordon, en batería. 

Ready to rumble, la primera canción, arranca con el 1, 2, 3, 4 característico del punk, género que también aparece en Hollywood Rose y en el Spaghetti Incident! de los Guns, y luego comienza con la banda tocando a toda velocidad. Pero sólo hay que esperar 10 segundos para que se escuche por primera vez la voz de un hombre que, desde el vamos, da cuenta de su amplio rango vocal. De entrada es Axl en todo su esplendor: primero cantando en su tono más grave y luego con su grito agudo marca registrada.

Rapidfire
Rapidfire

Luego siguen All night long, Prowler y On the run, tres temas que no difieren mucho del anterior en cuanto a su concepción e interpretación. Y para el final queda Closure, la balada del EP, en una versión cruda con el cantante acompañado solo por la guitarra de Lawrence. Casi casi la antítesis de la sobreproducción de los temas de Chinese Democrazy, el último y ya añejo disco de los Guns N' Roses sin su formación clásica. Mientras muchos esperan que la gira del reencuentro traiga a Axl, Slash y Duff nuevamente a nuestro país, la aparición de los temas de Rapidfire es lo más cercano a escuchar algo nuevo del señor Rose. No es poca cosa. 

Texto modificado de la versión escrita originalmente por Nico Kischner que salió publicada en la web de MUY, el 26 de noviembre de 2015 (http://muy.clarin.com/fama/axl-rose-guns-n-roses-rapidfire-ineditos-juguetes-perdidos-6156.html).

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